sábado, 1 de marzo de 2014

El Principio

Dificil? Tal vez.  Desafiante? Sin duda. Pero esto de escribir un blog ya era una deuda pendiente, como esas deudas por las que la gente aparece en datacrédito (la mía ya estaba en un bufete de abogados para cobro coactivo).

Debo decir a mi favor, sin embargo, que tampoco estaba entre mis planes quedarme haciendo solo las cosas que me ponen el pan en la boca. Si bien he sido afortunado -he trabajado bastante y conocido gente maravillosa a raíz de esas actividades- en algún momento es menester darle vía a las pasiones, lanzarse a los leones del coliseo,  untarse pinturas en la cara cual Masai y salir a bailar para que  llueva. Es eso o eternamente quedarse como la novia que no halló quien la invitara a caminar hacia el altar; la que no logró estrenarse  el vestido con el velo y la larga cola. De cierto modo ese vestido está en todos, y aquí voy, aunque la tela se desgarre,  aunque la iglesia sea estrecha y el cristo me mire de frente.

Por otro lado, apenas instalarme aquí y ya  surge una pregunta. Tal vez el más cruel de los personajes que me habita cuestiona el éxito de lo que aquí empieza. Sigo siendo afortunado: desde la rebeldía más procaz a los pocos segundos otro de esos personajes responde:¿qué importa realmente quien leerá esta cosa?. Tal vez algunos amigos queriendo ver cierto talento al que ellos mismos se han encargado de dar fama; de repente mi madre que cree en este escritor más que él mismo; de golpe nadie. El asunto es que este blog se convierta en la expresión del otro que escribe, ese a quien no le importa nada más que la es-critura (en algún momento le interesó la plastilina) por funcionar-le  cual  catarsis   cuando el mundo le eclipsaba; que se convierta en la expresión heredada del imprudente oral que ahora se le ha dado por escribir. Tan distinto de ese otro que tiene un trabajo liberal, y que debe, por  encajar, mantenerse en la normalidad, agazapado en  las costumbres y las gentes. Espero sirva de algo, y si no, pues ¡whatever!

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